Por Guillermo Acuña Muga, director regional Instituto de Seguridad Laboral (ISL) O’Higgins.
Cada 21 de noviembre se conmemora en Chile el Día Nacional de las Trabajadoras y Trabajadores de Casa Particular. Es una fecha que nos invita a reflexionar sobre un trabajo muchas veces silencioso, pero absolutamente esencial para el funcionamiento de los hogares y de la sociedad entera.
Hace once años se promulgó la Ley 20.786, que significó un avance importante al regular las jornadas, descansos y remuneraciones de este sector, además de establecer la obligatoriedad del contrato y prohibir el uso de uniforme en lugares públicos. Sin embargo, más allá de los avances legales, aún existen desigualdades que hacen que esta labor siga siendo poco valorada o reconocida.
En la región de O’Higgins, más de 4.400 trabajadoras de casa particular están adheridas al Instituto de Seguridad Laboral (ISL). Detrás de esa cifra hay historias de esfuerzo, de cariño y de responsabilidad. Son mujeres que muchas veces dejan su propio hogar para cuidar el de otros, que inician su jornada cuando el resto recién despierta y la terminan cuando la casa vuelve al silencio. Su trabajo es esencial, pero sigue siendo uno de los menos visibilizados y reconocidos.
En nuestras capacitaciones y encuentros desde el ISL, hemos tenido la oportunidad de escuchar directamente a muchas trabajadoras. Algunas relatan con orgullo su oficio, otras comparten las dificultades que enfrentan, como largas jornadas, exigencias físicas, estrés y una carga emocional que muchas veces pasa inadvertida. Muchas, incluso, señalan que sienten que no pueden enfermarse, que no pueden “fallar”, porque su trabajo es indispensable para las familias que las emplean.
Y es cierto: su trabajo mueve los hogares de Chile. Sin ellas, la vida laboral, familiar y económica simplemente no funcionaría. Pero, paradójicamente, quienes hacen posible que todo marche, muchas veces no tienen quién las cuide ni las reconozca.
Por eso, desde el ISL reforzamos nuestro compromiso de acompañarlas, capacitarlas y proteger su salud laboral. No solo queremos que conozcan sus derechos, sino también que se reconozcan a sí mismas como trabajadoras con dignidad, merecedoras de respeto, descanso y bienestar.
En esta conmemoración, nuestra invitación es simple, pero profunda: valoremos el trabajo que mueve nuestros hogares. Reconozcamos su importancia, no solo con palabras, sino con acciones concretas. Esto es, contratos justos, buen trato, respeto por los tiempos de descanso y empatía hacia quienes nos ayudan a vivir mejor.
Cuidar a quienes nos cuidan es, finalmente, una manera de construir una sociedad más justa y humana. Y desde el ISL seguiremos trabajando para que cada una de estas personas pueda ejercer su labor con dignidad, seguridad y orgullo.









