Por: Manuel Polgatiz Periodista deportivo.
Rancagua, 5 junio 2024.- Cuando se formó el plantel 2024, sino todos, la gran mayoría de los o’higginianos expandieron sus sonrisas para aprobar las contrataciones, que sin ser bombásticas, parecían tener mejor linaje que en temporadas pretéritas.
Los más osados y apasionados, se la jugaron por encumbrarse en el trono de la tabla, pero hubo otros que pusimos la “pelota al piso” por el técnico “amiguis” de periodistas santiaguinos, que lo defendían en micrófonos con ecos nacionales.
Pues bien, el postivo inicio dio paso a la debacle anunciada y cuyo fin había sido escrito en la despedida del “Tucu” Hernández. La insistencia con Azconzábal fue un capricho mezquino de la gran rama de gerentes que posee el club. Son los mismos que todos conocen, pero que nadie excluye de la institución por razones de dudosa procedencia.
Transcurrido el tiempo, la historia se siguió escribiendo sola y el “fierro caliente”, llegó a manos del siempre dispuesto Víctor Fuentes, quien arrimado a una propuesta osada y ofensiva, pagó cara su inocencia en primera división durante los primeros cotejos.
Sin embargo, hay que ser objetivo, desde el minuto uno con Católica, el sello del cambio comenzó a notarse. Se abrió la ventana y entró aire puro al Monasterio. Se extinguió la “mala onda” con el hincha y la estrategia pensó mucho más en el arco rival, que en la puerta propia.
Hasta que llegó el triunfo primaveral en Calama. Allí en el desierto florido, frente una estadística adversa, el equipo descubrió su mejor versión. Confiados, tranquilos y en plena convicción, respondieron al trabajo de Fuentes y compañía.
El plantel se sacudió del polvo y cicatrizó las heridas del anterior nefasto proceso, que nos enseñó por enésima vez, que el verso argentino no entra a la cancha ni es solo protagonista en la conferencia de prensa.
Apareció la calma, aunque la campaña continúa siendo mala. El noveno lugar, es solo consecuencia de la ley de arrastre o amarre, como cada uno quiera tildarlo. Hay espacio para reanudar fuerzas e idear el proyecto, que una vez finalizada la copa América, lleve a O’Higgins al campo internacional.