Hace años el ministerio de educación eliminó de sus programas obligatorios la enseñanza del idioma francés, las escuelas públicas dejaron de impartir el ramo y luego paulatinamente las privadas lo abandonaron también. Profesores del área, se convirtieron en personajes escurridizos, traductores, ocuparon cargos de atención a clientes extranjeros, pero ninguno de esos campos alcanzaba para la cantidad profesores desocupados de francés. Entonces fueron a trabajar a bancos, aseguradoras, casas comerciales, donde ocupan puestos en los que tal vez nadie sepa que tienen un amplio conocimiento en el idioma y la cultura francesa.
La pregunta para mi pesar es ¿desapareció el idioma francés porque nuestras escuelas dejaron de enseñarlo? Más aun ¿son más cultos nuestros alumnos desde que dejamos de enseñar francés?
Bajo la perspectiva de que cada uno de nuestros alumnos es un mundo de esperanzas, de posibilidades, de sueños y de futuro, deberíamos haber agregado un idioma más; no sé, alemán, italiano, hasta chino. Ayudar a que nuestros alumnos tengan más posibilidades y tengan una mayor apertura al mundo.
Hoy parece ser el turno de la filosofía. No sé hasta qué punto la eliminación de la filosofía del plan común de educación media, tiene por trasfondo una intención perversa o solamente una intención utilitarista en vistas de sus posibilidades ocupacionales futuras, de ser este el caso, pensando en un ramo que no tiene significación concreta para pruebas estandarizadas como SIMCE o PSU y que tampoco prestará utilidad evidente ante un trabajo comercial; podemos estar de acuerdo bajo la mirada restringida de un alumno que debe convertirse en parte de la fuerza trabajadora de nuestro país, explicitando que no nos interesa su desarrollo personal ni intelectual.
Bajo una mirada perversa, que no puedo evitar, creería que existe una clara intención de crear personas acríticas que no tengan capacidad ni herramientas para cuestionar el contexto social y político en el que se encuentran.
Es muy fácil presagiar las posibles respuestas: nadie está quemando libros, ni prohibiéndolos siquiera, si quieren leer y ser cultos que lo sean por sus medios; pero hay que tener en cuenta que nuestros alumnos pasan alrededor de ocho horas al día en la escuela, y se van a sus casas con al menos una o dos horas de tarea. Cuando dicen que no hay tiempo, dicen la verdad.
Si me preguntan a mí, creo que no hay que engañarse, realmente nuestros alumnos están ávidos de conocimientos, quieren saber y alucinan cuando exponemos alguna que otra teoría que algún filósofo literalmente parió por allá en algún siglo anterior. Necesitan quien los guíe hacia formas de pensamiento superiores, necesitan conseguir una forma de crear su propia cosmovisión y aprehender la realidad para poder desarrollarse como un ser humano.
Con tristeza he tenido que tolerar durante mis años de docencia algunas expresiones y preguntas vanas como ¿y para qué sirve la filosofía? ¿qué es la filosofía? ¿por qué estudiaste filosofía? y no sólo de parte de mis alumnos sino también de colegas de otras áreas. ¿acaso el profesor de matemáticas debe explicar qué es la matemática o qué es un número?
Si la intención es progresar, no retroceder en educación, debemos partir por elaborar una verdadera valoración de lo que queremos para nuestros alumnos, para los ciudadanos de nuestro país, sin olvidar que la educación es el sistema reproductor de una sociedad, es decir, a través de la educación inculcamos en los hijos del país los valores que como sociedad hemos creado y construido; debemos, también, hacer un catastro de los recursos con los que contamos realmente, es decir, si no contamos con la educación inicial de la familia, porque la familia no está en casa, entonces la sociedad debe hacerse cargo de ello, en el mismo punto, nuestro país debe comprender que la educación chilena habita en la multiculturalidad, y que por tanto evaluar la educación en base a pruebas estandarizadas iguales para todo el país, no significa otra cosa que evaluar si los alumnos saben contestar esas pruebas o no. No hay evaluación de contenidos ni de habilidades. No sabemos si nuestros alumnos saben cosas realmente o no, ni tampoco sabemos si saben hacer cosas.
Otra interrogante que surge es en relación con los colegios que trabajan en sus propios programas de estudio ¿los colegios particulares van a dejar de lado la enseñanza de la filosofía? Hablamos concretamente de una enseñanza de la filosofía elitizada, cuyo uso será exclusivo de los sectores más pudientes de la sociedad.
La enseñanza de la filosofía en la escuela ha sido duramente cuestionada y con razón, los programas de enseñanza de filosofía están completamente obsoletos, trabajamos con los mismos programas hace treinta años, sin ningún tipo de apoyo proveniente desde el ministerio como libro de texto. La modificación realizada el 2001 de los programas simplemente redujo y sintetizó el programa ya existente, generando un producto obsoleto desde su nacimiento, e incluyendo materias que no tienen relación concreta con la filosofía, como lo es la unidad “Individuo y Sexualidad” y el enfoque en general del programa para tercero medio, que es tan parte de la filosofía como lo sería la historia y las ciencias en general. El cambio es necesario, eso queda claro, pero quién debe accionarlo, quién debe realizarlo, y quién debe auditarlo, eso no está claro aún.
Lo más urgente creo es que el gobierno sea capaz de determinar cuál es el objetivo de la educación de nuestro país, qué es lo quieren conseguir con ésta educación y asegurarse que esos objetivos tengan coherencia con las familias que están educando. Si eso estuviera claro desde el principio la adecuación curricular hubiese partido por los niveles más altos de la enseñanza media, en su creación; no es posible que una vez generados a aplicados los cambios en toda la educación hasta segundo año medio, recién comiencen a pensar en qué van a hacer con los niveles superiores, muestra evidente de que no hay un objetivo claro sobre lo que se espera lograr con la educación del país.
De ésta manera habría que terminar con la utilización de la escuela como grandes guarderías, es verdad que los niños están solos en sus casas, que madres y padres han tenido que salir a trabajar en extensas jornadas laborales que no les permiten tener la calidad de vida a la que cualquiera aspira, salir y hacer deporte junto a los hijos, visitar museos, teatro o cine, esa no es la realidad de nuestras familias, pero existen otras soluciones que permitirían hacerse cargo de dicho problema, crear espacios seguros para niños y adolescentes, alejados de las drogas y delincuencia, acercarlos hacia el deporte y el desarrollo intelectual y cultural. Gimnasios y bibliotecas podrían significar ese espacio sin necesidad de trastocar los verdaderos valores educativos.
Queremos un país desarrollado con personas que sean útiles para un sistema, eso no tiene coherencia ni sentido, el desarrollo no sólo tiene que ver con la economía y las cifras, la calidad de vida de las personas es un aspecto fundamental. Frente a esta situación podemos ver que el gobierno parece dar palos de ciego frente a problemáticas reales, proponen un modelo de educación que no refleja el sentido verdadero de lo que queremos para nuestra sociedad.
Involucionamos, caminamos hacia un proceso de inconsciencia social, adormecidos y enajenados nos movemos en una sociedad individualista y materialista, de hijos no planificados y luego abandonados emocionalmente, de profesores frustrados, de divisiones sociales, de tecnología exacerbada, de autómatas con estudios, de universidades no universales, de un profundo desprecio por lo humano.
La solución: la consciencia social, debemos tener un objetivo, saber hacia dónde va nuestra sociedad y con ella la educación, ya basta de miradas parceladas, de objetivos a corto plazo, de tapar hoyos y de apagar incendios… por favor que alguien que sepa de educación realmente, comience a planear el futuro de nuestro país.
Por: Ximena Bravo Pino
Licenciada y Profesora de Filosofía